Vivimos en un mundo de constantes cambios y transformaciones, donde si queremos abordarlos correctamente, debemos apostar por el desarrollo del talento de las personas de nuestras organizaciones.
El talento que nuestros equipos deciden compartir es lo verdaderamente diferente frente a nuestra competencia.
El mundo de hoy en día está en una profunda transformación. No es la primera vez que ocurre en la historia de la humanidad, pero eso no evita que así sea. Y esa transformación está trayendo grandes retos a distintos niveles.
Como pequeña muestra no limitativa, tenemos los distintos conflictos armados existentes, las migraciones a nivel global, la sostenibilidad y el futuro de la energía y los recursos, la polarización a nivel político y social o el desarrollo tecnológico entre otros.
En este tiempo han surgido diversos marcos de interpretación para ayudar a describir el mundo actual, el más conocido suele ser el de VUCA, por sus siglas en inglés, que describe al mundo como Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo.
Sin embargo, hay otro más reciente, desarrollado por Lichtenthaler, que habla de un mundo PUMO: Polarized, Unthinkable, Metamorphic y Overheatead (polarizado, impensable, metamórfico y sobrecalentado).
Lo que me interesa resaltar de la propuesta de este autor es que el considera dos elementos clave para afrontar los retos que tenemos hoy en día: las personas y el desempeño.
En las personas considero que está el elemento clave, para la sociedad y para las organizaciones.
Hoy en día no existe una organización sólida, aunque la tecnología ya está generando y seguirá generando grandes desafíos en este ámbito, las personas nunca pueden considerarse prescindibles.
En diversos foros se plantea que, frente al avance tecnológico —que no implica detenerlo de manera abrupta—, las organizaciones deben volverse cada vez más humanas, utilizando la tecnología para mejorar la vida y las formas de trabajo de las personas.
Sin embargo, para lograr organizaciones verdaderamente humanas, cada persona es fundamental. Es el conjunto de individuos el que genera cultura, impulsa la innovación y desarrolla ideas, elementos que pueden convertirse en la ventaja competitiva de una empresa: una ventaja difícil de imitar y que la hace única frente a la competencia. Y eso solo puede surgir del conocimiento que cada miembro de la organización posea y decida, libre y voluntariamente, poner al servicio de la empresa.
Esto implica también un cambio de mentalidad en la que seamos conscientes de que las personas no son máquinas y que la manera de generar conocimiento y aprendizaje para la organización es conviviendo, relacionándolos, interactuando unos con otros y generando un clima de confianza que fomente la cooperación que es lo que puede llevar a la creación e innovación.
Pero, ¿cómo podemos desarrollar el talento de las personas con las que convivimos y trabajamos? Creo que todo parte de la cultura compartida de aprendizaje en la que tenga cabida el error y la mejora. Además, puede haber distintas herramientas, como el mentoring, el coaching o la asignación de proyectos retadores, donde la delegación no sea una forma de quitarnos trabajo si no una herramienta de desarrollo, entre otros.
Las personas deben volverse el centro de las organizaciones, porque al final, el futuro no lo construirán las máquinas, sino quienes creemos que nuestro talento puede cambiar el mundo.
El autor es catedrático de la Escuela de Negocios de la UDEM, es Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad de Deusto en San Sebastián, España, y cuenta con certificaciones como coach ejecutivo y de valores.
