LA PLATA.- Cuando uno debutaba, el otro no había nacido. Cuando uno llegaba a Europa, el otro daba sus primeros pasos. Cuando uno era campeón de América, el otro no había empezado la escuela primaria. La razón es sencilla: entre Nicolás Barros Schelotto y Fernando Muslera hay 20 años de diferencia. Una vida. Un ejemplo futbolero para dimensionar el contraste: mientras el hijo del mellizo Guillermo no llegó a ver el primer Mundial de Lionel Messi (nació en septiembre de 2006), el uruguayo llegó a la vida una semana antes de los dos goles de Diego Maradona a Inglaterra (junio de 1986).
Los separa una generación, es cierto. Sin embargo, los enlaza la actualidad y no solo porque serán protagonistas principales del clásico platense que se viene (este lunes, a las 17). Ellos cambiaron la dinámica de sus equipos. Los hicieron crecer. Entre otras figuras, el mediocampista de Gimnasia y el arquero de Estudiantes significaron ese plus que todo plantel precisa para luchar por objetivos importantes. Algunos lo llaman salto de calidad; otros, jerarquía. Las etiquetas importan poco.
En el Lobo es imposible no resaltar las actuaciones de Nelson Insfrán (¿qué sería del conjunto tripero si no atajaba el penal contra River?) y de Marcelo Torres (el que se inventaba goles cuando las ocasiones escaseaban). Ellos son, quizás, las dos grandes figuras albiazules de este semestre. Barros Schelotto representa otra cosa: es la figurita que cambió el DT Fernando Zaniratto y generó una evolución sorprendente en el funcionamiento colectivo: equilibrio y circulación para un equipo que, hasta su aparición, carecía de ambos valores.
Del otro lado, en el Pincha, representa casi una obligación destacar los rendimientos de Cristian Medina (¡los enganches todavía existen!) y Edwuin Cetré (el que emerge en las instancias decisivas). El mediocampista creativo y el delantero colombiano son los principales generadores de fútbol que tiene el conjunto albirrojo. Muslera, en cambio, es el sostén: mantuvo el arco en cero en toda la serie de octavos de final de la Libertadores, en la revancha contra Flamengo de cuartos de final y también en los dos cruces eliminatorios de este Clausura.
Además de que aportaron un significativo crecimiento para sus equipos, a Barros Schelotto y Muslera los une otra cuestión: lo sorpresivas que resultaron sus apariciones en los clubes de La Plata.
El joven mediocampista, que durante 2023 y 2024 se desempeñó en la tercera división de Estados Unidos, pasó de no jugar ni un minuto a ser titular indiscutido. Y su respaldo no pasa solo por el peso de su apellido: las estadísticas lo avalan de manera rotunda. Antes de su debut, Gimnasia disputó 12 partidos en este certamen y consiguió cuatro victorias; desde su presentación, el Lobo jugó seis encuentros y ganó cinco.
Lo del arquero uruguayo también fue de un día para el otro. Sin tener un pasado que lo vinculara a Estudiantes eligió al Pincha en vez de regresar al fútbol de su país, como muchos imaginaban. Tras cerrar su larga trayectoria en Europa (un par de títulos en Lazio de Italia y multicampeón de Turquía con Galatasaray), Muslera se convirtió en figura y referente. En la cancha aporta seguridad y en el vestuario, tranquilidad.
“Que el hincha se quede tranquilo que vamos a dejar la vida”, avisó Barros Schelotto después del triunfo ante Barracas Central y agregó: “Toca meter, seguir y dejar a Gimnasia lo más alto posible. Vamos a intentar llegar a la final”.
“La mística, la historia, lo que ha conseguido Estudiantes y siempre trata de conseguir, tanto a nivel nacional como internacional, es algo que se siente”, expresó el arquero charrúa en su presentación, hace menos de seis meses.
Vale la pena resaltar cómo eran las realidades de ambos equipos antes de sus apariciones, sobre todo para comprender cómo impactaron sus ingresos. En los dos casos se pasó de la desesperanza a la ilusión. Del desánimo a la expectativa.
Hace menos de dos meses el Lobo perdió el clásico platense sin atenuantes (0-2) y eso agravó su panorama deportivo e institucional: incrementó la posibilidad de descender y la asamblea anual ordinaria del club se convirtió en lanzamiento de sillas. El asombroso giro de la actualidad del club coincidió con la consolidación de Barros Schelotto; claro que no se trata del único responsable de tamaña evolución, pero sí un elemento central.
A mitad de año, a pesar de que al Pincha se le venían los octavos de final de la Libertadores, las críticas a Eduardo Domínguez habían alcanzado su tope: la goleada que sufrió ante Argentinos Juniors en la última fecha del Apertura (0-4), la derrota en octavos de final del mismo torneo contra Rosario Central (0-2) y la eliminación de Copa Argentina ante Aldosivi hicieron tambalear el ciclo. La llegada de Muslera y su solvencia aportaron paz. Serenidad.
Gimnasia campeón. Hace un puñado de partidos la oración anterior hubiese parecido una quimera. Era una cuestión posible desde lo matemático, aunque improbable desde el sentido común. Ahora no. Solo dos partidos separan al Lobo del título. La gloria asoma en el horizonte. Se conformaba con sostenerse en primera división y ahora va por el premio mayor.
Estudiantes a la Libertadores. Otra oración que recobró sentido. “El Pincha se quedó sin competencia internacional en 2026”, se escuchó mucho en La Plata después de que se extinguieran las chances por la vía de la tabla anual. Sin embargo, resurgió y de repente se llenó de fe. La vuelta olímpica y la copa que más le gusta quedaron a dos casilleros.
El clásico platense que se viene cuenta con decenas de protagonistas y varias figuras. Barros Schelotto y Muslera son, quizás, los que más influyeron para que sus clubes enderezaran sus rumbos. Hace 18 años –en 2007– el arquero uruguayo disputó la misma Copa Libertadores que Guillermo, el padre de Nicolás. Este lunes enfrentará nuevamente a su hijo, como sucedió en octubre, pero en un clásico histórico para la ciudad de La Plata. Los separa una generación, los une el presente.


