La felicidad y el agradecimiento a su público de Sebastián Teysera, en el final del show del sábado 13 de diciembreLa felicidad y el agradecimiento a su público de Sebastián Teysera, en el final del show del sábado 13 de diciembre

La Vela Puerca festejó sus 30 años en Montevideo: de ese primer “toque” en el bar de unos amigos al show más convocante en la historia del rock uruguayo

2025/12/16 04:48

MONTEVIDEO.-Ya hace más de dos horas que La Vela Puerca está celebrando sus treinta años en La Rambla de Montevideo con un concierto sublime, de esos que pasan a la historia en el instante mismo en que concluyen. Sebastián Teysera, El Enano para todos los que lo conocen, ahora tiene una remera negra con letras blancas que juntas forman una frase deudora del sueño hippie y del Mayo Francés: “La canción al poder”.

La banda montevideana, que este fin de semana terminó de celebrar “en casa” sus treinta años, sabe muy bien el poder que tienen las canciones. Sus canciones. En su trayectoria hay ascensos meteóricos, mesetas, caminos sinuosos, vaivenes de convocatoria, pero siempre con la materia prima de aliada: la canción. Quizás por eso, como gesto, deciden abrir su concierto de casi tres horas con “El viejo”, ese fresco (coming of age dirían en la industria cinematográfica) que pinta a la perfección la vida y los últimos días de uno de tantos jubilados como los que vemos a ambas orillas del Plata y cuya letra y melodía calan hondos en los oídos de aquellos que escuchan el tema por primera o enésima vez.

Permítanme un comentario de corte personal: este cronista escuchó la canción por vez primera hacia finales de 2001, antes de que el disco que la contiene, De bichos y flores, viera la luz. Después de una entrevista con la banda en el ya extinto Marquee porteño, me regalaron un CD-R, una “copia blanca”, como se solía decir, del álbum que iban a lanzar. Al subir al colectivo que me llevaría de vuelta a mi casa, puse el disco en mi CD Player y dos de las tres primeras canciones me resultaron clásicos instantáneos: “Por la ciudad” y “El viejo”.

Un viaje en el tiempo

El mediodía de sábado es tan cálido como un mediodía de verano puede ser. No importa si aún no llegó el 21 de diciembre. Pero así como pactamos hacer una previa recorriendo los lugares emblemáticos del grupo cumplimos con nuestra palabra. Arrancamos en el bar El Tigre, allí donde el 24 de diciembre de 1995 la banda ofreció su primer, improvisado y decisivo recital. ¿Cómo es eso? Es que ese “toque”, como dicen en Uruguay, estuvo acompañado de una combinación mágica, mezcla de previsión con azar. Un amigo filmó con su cámara todo el show (efectuado entre la vereda y la calle del bar), El Enano registró ese material para que participara de un concurso y la banda ganó el primer premio (grabar un disco) sin que el resto de los músicos supieran que estaban participando de ese concurso y sin que Sebastián Teysera recordara que los había anotado: se había ido de viaje a Europa y no recordaba aquel “gesto” que había tenido y que se volvería decisivo.

Hoy estamos frente a ese bar (con más pinta de parrilla que de bar) que pasó a la historia musical reciente del Río de la Plata y que próximamente pasará “a la historia”. Al retirarnos, nos cuentan que acaba de ser vendido y que muy probablemente lo que se construya en esa codiciada esquina sea un edificio.

La felicidad del público, que en todo momento acompañó y completó la fiesta

Como No Te Va Gustar, La Vela Puerca fue decisiva a finales de los 90 y comienzos de la primera década del nuevo siglo en cimentar los pilares del Nuevo Rock Uruguayo, aquel que cruzó como nunca el Río de la Plata en busca de conquistar al público argentino.

Después de aquel toque en El Tigre, vinieron dos más los siguientes 24 de diciembre, un poco en gratitud a esa primera vez. Pero la intersección de calles les quedó chica y debieron trasladarse a otro espacio: la cancha de básquet del club Defensor Sporting. Esa fue otra de las paradas del city tour que realizamos antes de desembocar en el mítico Teatro de Verano, el que acaba de cumplir 80 años y al que ellos llegaron por primera vez como número de apertura de Los Piojos. Al año siguiente, a finales de los 90, debutaron solos allí y ya nada más los detendría: el público uruguayo los adoptaría definitivamente y esperaría con ansias cada nueva presentación en el país. Sus giras por la Argentina, Latinoamérica y Europa hicieron que la banda creciera puertas afuera y se la extrañara puertas adentro.

Estas 40.000 almas (“o más”, coinciden muchos) que cantan, saltan y “arengan” en cada una de las canciones de una lista que supera las treinta “paradas” y las tres horas de concierto, quizás no sepan en este preciso instante que están protagonizando un momento histórico: el show más convocante de la historia de La Vela Puerca. No solo eso: el show más convocante de la historia del rock uruguayo.

Sebastián

Después de “El viejo”, la tríada inicial se completa con “El profeta” y “Sobre la sien”. De allí en adelante, los invitados de distintas épocas, bandas y estilos de la música uruguaya empiezan a desfilar en escena para amalgamarse con los protagonistas, participar de la celebración que si bien es de la banda también lo es de la escena en su conjunto. Chole, el mítico cantante de Abuela Coca, participa en “Burbujas”. Gabriel Peluffo (Buitres) y Guillermo Peluffo (Trotsky) se suman en “Los reyes de los buzones” y Garo Arakelian (exintegrante de La Trampa) aporta su impronta en “Clarobscuro”. Pablo Silvera y Matto Bello (Mota) realizan su aporte en “Colabore”, mientras que las leyendas del candombe Chabela y Lobo Núñez dicen presente en “Cerca del mar”. Hubo más: Juan Casanova de Los Traidores sube para “Llenos de magia”, Rodra para “Tormenta”, el rapero Arquero para “La pastilla”, Flor Sakeo y Santullo se suman a la banda en “La sin razón”, Alejandro Balbis en “Ves”...

La foto del final, con ese imponente mar de fanáticos de fondo

Después de 33 canciones y tres horas, después de un repaso posible por la historia de la banda (hay tantos más como gustos personales, claro está, como recuerdos adheridos a “mil” temas posibles), después de cerrar oficialmente la lista con “Llenos de magia”, El Enano enfrenta el micrófono solo para ensayar una despedida distinta, una que le pusiera fin a la intensidad y que funcionara como invisible telón de fondo: “José sabía”, otra gema de aquel De bichos y flores de 2001.

Luego, la noche sigue detrás del escenario, entre brindis, abrazos, miradas cómplices y el saber y el sabor únicos de sentir que se lo había dado todo y que ese todo se reflejaba en la retirada feliz de esas 40.000 almas (¿o más?) que abandonaban la zona de la rambla, a la altura de Punta Carretas, para empezar a repasar esa misma madrugada, todo lo que acababan de vivir y sentir.

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