La Antártida tiene 14 millones de kilómetros cuadradosLa Antártida tiene 14 millones de kilómetros cuadrados

Logística en la Antártida: advierten que falta infraestructura para alcanzar mejores resultados

2025/12/18 06:57

USHUAIA.- Contrariamente a lo que se cree, el turismo antártico es solo parte de lo que representa la operación y la logística del continente blanco en el mundo.

La Antártida es un continente de aproximadamente 14 millones de kilómetros cuadrados, vital para la investigación científica y el cambio climático. Según la Secretaría del Tratado Antártico, más de 30 países tienen presencia allí, lo que resulta en la necesidad sostenida y creciente de sistemas de apoyo logísticos eficientes.

Sin embargo, la capacidad actual de la Argentina para dar soporte a los “programas antárticos” es prácticamente inexistente, contrariamente a lo que pasa con el sector del turismo. Del otro lado de la cordillera, la ciudad chilena de Punta Arenas lleva la delantera a nivel mundial en este sentido.

Una organización fueguina -Fundación Finnova- llevó adelante el 28 de noviembre pasado el primer Congreso Antártico en Ushuaia, que puso de manifiesto la necesidad de tener un desarrollo en infraestructura y logística acorde a lo que los programas de los países requieren.

Durante el congreso, expertos en logística, ciencia y medio ambiente coincidieron en que el desarrollo de una infraestructura completa y sostenible es fundamental. “Este desarrollo no solo potenciaría el turismo, que en 2023 superó los 80.000 visitantes a la Antártida, sino que también facilitaría y potenciaría la investigación científica, aumentando el número de proyectos que se pueden implementar en el continente con apoyo desde la Argentina”, afirmaron los especialistas.

Los programas

Hoy existen cerca de 40 programas antárticos activos, que consisten en iniciativas gubernamentales que apoyan la investigación científica y la protección ambiental en la Antártida. Estos planes se basan en el Sistema del Tratado Antártico, que establece el continente como una zona de paz y ciencia y que en estos días cumplió un nuevo aniversario: fue firmado por doce países -entre ellos, la Argentina- el 1° de diciembre de 1959 en Washington. El tratado entró en vigor en 1961 y actualmente lo componen 58 países, bloques y regiones.

Los programas están formados por sistemas logísticos, científicos y operativos mediante los cuales cada país sostiene bases, abastece equipos, envía investigadores, mueve carga, repara barcos, contrata servicios, almacena insumos y realiza vuelos hacia el continente. La Argentina es el país con mayor presencia: tiene 13 bases, seis son permanentes (operativas durante todo el año) y siete son temporarias (solo en verano).

“Cada programa de cada país implica barcos, vuelos logísticos, puertos especializados, talleres navales, combustible, provisiones, centros científicos, alojamiento, transporte y servicios asociados. Esto implica movimiento económico capaz de transformar a una ciudad e incluso a una provincia en un polo logístico internacional”, detalla Fernando Chiesa, especialista y miembro de Finnova.

El caso chileno

En la Región de Magallanes, el Estado chileno proyecta invertir US$410 millones en infraestructura polar hacia 2028: US$150 millones en puertos, US$260 millones en aeropuertos clave, con obras que incluyen la ampliación del Muelle Prat, la modernización de Puerto Mardones y el impulso definitivo al puerto de Puerto Williams, en el canal Beagle, donde se espera recibir 42 cruceros en el futuro inmediato.

Pero Chile no creció solo. Empresas privadas crearon APAL (Antarctic Punta Arenas Logistics), un gremio que reúne a 12 firmas —logística marítima, abastecimiento, reparaciones, combustible, comunicaciones— que operan con una lógica común: atraer, sostener y expandir el negocio antártico.

“Ese modelo mixto, Estado–sector privado, comenzó a dar resultados justamente cuando la Argentina iniciaba una etapa de desinversión. Mientras Magallanes se posicionaba en el mapa internacional, Ushuaia perdía presencia operativa”, indica Chiesa.

Las cifras son contundentes: entre 1989 y 2024, el número de turistas antárticos se multiplicó por 33, pasando de unos pocos miles a más de 120.000. Chile capturó un segmento estratégico de ese crecimiento: el de los servicios logísticos y científicos, no solo el turístico.

Liderazgo turístico

La cantidad de recaladas en el puerto de Ushuaia pasaron de 213 en la temporada 2015/2016 a 422 en 2024/2025, según información de https://finnovafueguina.ar/.

Ese crecimiento en turismo contrasta con el bajo peso de la ciudad en la logística antártica que da soporte y respalda actividades científicas, la investigación y el sostenimiento de las bases permanentes de los países del Tratado Antártico.

Mientras que competidores como Punta Arenas (Chile) o incluso Ciudad del Cabo, Hobart y Christchurch, captan una parte significativa del aprovisionamiento, los servicios de mantenimiento naval y, crucialmente, la logística aérea, Ushuaia se encuentra en un punto de inflexión. “El potencial de la ciudad para transformarse en un verdadero hub logístico y científico antártico es inmenso, pero necesita el impulso público y privado para lograr dar respuestas”, coincidieron los participantes en el congreso.

Los especialistas dan cifras que confirman el potencial. “Un ejemplo: Christchurch, en Nueva Zelanda, abastece solo a cuatro programas antárticos y genera más de US$100 millones anuales en actividad logística, científica y de servicios. Chile da soporte a 24 programas antárticos desde Punta Arenas, cuyo impacto económico se estima en más de 500 millones de USD anuales”.

La Argentina, pese a su proximidad geográfica y a tener la ciudad que lidera el turismo antártico, no presta servicios completos a ninguno. En los últimos años solo el Programa Antártico Brasileño, un programa de la Marina de la República Federativa de Brasil con presencia en el continente antártico, ha utilizado Ushuaia como base para parte de sus operaciones.

Potencial

La ubicación de Ushuaia ofrece ventajas naturales insuperables: aguas profundas, gran abrigo y una distancia significativamente menor al Sector Antártico Argentino en comparación con otros puertos patagónicos.

Para capitalizar esto, el gobierno nacional de Alberto Fernández anunció en 2021 la construcción de un Polo Logístico Antártico que incluiría un Muelle Mixto Antártico Naval y un centro de almacenamiento especializado. Este proyecto -con una inversión estimada de US$300 millones- nunca se concretó.

Por su parte, en abril de 2024, el presidente Javier Milei visitó Ushuaia y reafirmó su compromiso con el desarrollo de la Base Naval Integrada, que tampoco ha mostrado avances significativos ni un calendario de obras. Según destacó el Presidente en ese momento, el proyecto representa un importante centro logístico que se convertiría en el puerto de operaciones más cercano a la Antártida.

En medio de un escenario de poco avance, hace unos días hubo una noticia positiva: la habilitación provisoria para operaciones civiles de la pista de la Base Antártica Petrel, que marca un hito en conexión aérea. Esta infraestructura, que permite la conexión aérea directa con Tierra del Fuego (posiblemente desde Río Grande o Ushuaia), abre una vía de comunicación rápida, esencial para la ciencia.

La posibilidad de que aeronaves civiles, como el Basler BT-67 de empresas fueguinas, puedan operar, reduce drásticamente los tiempos y los costos operativos que históricamente dependían de los limitados y costosos vuelos militares (Hércules C-130).

Esto tiene un impacto científico, ya que permite la rotación rápida de investigadores, el transporte de equipamiento de alto valor y la respuesta sanitaria en tiempo récord.

La deuda argentina

La realización del Congreso Antártico Ushuaia 2025 permitió la articulación entre científicos, empresarios y funcionarios, necesaria para la transformación de Ushuaia de un líder turístico a un centro operativo integral.

La creación del Polo Logístico, el desarrollo de la conectividad aérea a Petrel y la consolidación de la ciudad como centro de debate científico, son puntos por desarrollar si el país quiere entrar en las ligas mayores de la logística antártica. Si se concretan las inversiones en el muelle y se capitaliza la ventaja estratégica de Petrel, Ushuaia podría aspirar a capturar una cuota significativa del mercado global de servicios logísticos antárticos, valorado en cientos de millones de dólares anuales (solo en mantenimiento, aprovisionamiento y soporte de campañas científicas).

Esto generaría un nuevo motor económico para Tierra del Fuego, diversificando su matriz productiva y consolidando su rol geopolítico como capital bicontinental.

Ushuaia tiene la ventaja geográfica, la experiencia turística y con la habilitación aérea, la voluntad política e inversiones necesarias de miles de millones de dólares, tendría el camino despejado para pasar de ser “puerta de entrada” a ser el “centro logístico y científico” de la actividad internacional en la Antártida.

El desafío argentino

Desde el principio de su gobierno Milei expresó interés en Tierra del Fuego como territorio estratégico vinculado a la geopolítica y la logística antártica. De hecho, en una de sus primeras acciones de gobierno viajó en enero de 2024 a base Marambio y base Esperanza, dos de las 13 que la Argentina tiene operativas en la Antártida.

En una segunda visita como presidente en abril de 2024, expresó el objetivo de transformar a Ushuaia en un centro logístico y militar de escala internacional. El eje central de esta estrategia es la construcción de la Base Naval Integrada y la creación de un Polo Logístico Antártico.

La realización de la base fue anunciada por Milei en ese viaje y tiene el respaldo explícito de Estados Unidos, consolidado tras la visita de la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos.

Según expresaron desde el gobierno nacional, la presencia estadounidense busca “equilibrar” la influencia de China en el Atlántico Sur y la Antártida. De hecho, se contempla el intercambio de ingenieros de la Armada de EE.UU. para la planificación de infraestructura crítica.

En términos de avances la Argentina tiene un largo y millonario camino por recorrer. El único avance es que el astillero estatal Tandanor concluyó la platea de hormigón para los galpones modulares del Comando Conjunto Antártico. El plan incluye un muelle de 150 metros, depósitos de combustible, helipuertos y una zona franca específica para insumos antárticos. Pero solo la platea fue terminada.

Para Milei, el desarrollo de la Base Naval Integrada sería el acto de “mayor soberanía de los últimos 40 años”, posicionando a la Argentina como el “guardián” del Continente Blanco.

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