Javier Milei concluye su segundo año de mandato con un activo invaluable: un diciembre tranquilo, con una conflictividad social mínima, pese a que un segmento mJavier Milei concluye su segundo año de mandato con un activo invaluable: un diciembre tranquilo, con una conflictividad social mínima, pese a que un segmento m

Milei busca dólares para evitar la maldición del año 3

2025/12/23 07:03

Javier Milei concluye su segundo año de mandato con un activo invaluable: un diciembre tranquilo, con una conflictividad social mínima, pese a que un segmento mayoritario de la sociedad percibe que llega a este fin de año peor que en 2024.

Según el último relevamiento nacional de la consultora Management & Fit, un 46,5% de los encuestados mencionan que “a estas fiestas llegan peor, sin ahorro o con menores ingresos, en comparación con un año atrás”.

Es lógico, a finales de 2024, la economía estaba en un franco proceso de recuperación, tras el durísimo ajuste cambiario, tarifario y fiscal inicial. Existía la percepción de que ya había pasado lo peor. El riesgo país se hundía, tras el blanqueo, y el Gobierno vendía que esta vez era “diferente”, porque se largaba la competencia de monedas: los dólares saldrían del colchón para circular en la economía, aún en el año electoral. Pero “pasaron cosas”.

Más allá de la magnitud de la corrida cambiaria pre-electoral, el indicador que mejor reflejó el impacto fue la disparada en la morosidad del crédito, motor de la reactivación hasta principios de este año. Según datos del BCRA, el total de la cartera irregular pasó de 2% en marzo a 4,5% en octubre. En el caso de los créditos personales, el salto fue del 4% al 9,9%, el nivel más alto de las últimas dos décadas. Mientras que, en tarjetas de crédito, la suba fue del 2.5% al 7%.

Tras la victoria de LLA en las elecciones, se disparó un índice clave que señala la confianza en Milei.

Volviendo a Management & Fit, sólo el 25,4% califica la situación actual del país como positiva y el 47% de negativa. Pero el 45,5% mantiene una “expectativa de mejora futura”.

Tras el categórico triunfo electoral, el Gobierno confía en romper en 2026 con la “maldición del tercer año”, que golpeó como una constante a las últimas tres administraciones: en enero 2014, Cristina Kirchner devaluó. En abril de 2018, se gatilló la debacle de Mauricio Macri y en julio de 2022 estalló la gestión de Alberto Fernández, con la renuncia de Guzmán, Batakis y la llegada de emergencia de Massa.

Para eso, la clave estará en la disponibilidad de dólares para la economía, lo cual dependerá, ahora sí, de la baja del riesgo país. Entre 2024 y 2025, los dólares aparecieron como puentes transitorios: el superávit comercial récord, con la megadevaluación, el cepo y la recesión; el blanqueo extraordinario; la pérdida de reservas del BCRA el verano pasado; la ampliación del préstamo del FMI en abril; la asistencia inédita del Tesoro de Estados Unidos, un mes antes de la elección.

En 2026, llegará la hora de la verdad. La apuesta oficial es que los dólares necesarios para financiar el funcionamiento de la economía (el “déficit de cuenta corriente” del Balance de Pagos: exportaciones menos importaciones de bienes, el déficit de la balanza de “turismo” y el pago de intereses de la deuda en dólares) y los vencimientos de capital de la deuda en dólares, ingresen por la cuenta capital abastecidos por el mercado. Ya sean mediante emisiones de deuda en dólares de empresas privadas, de las provincias, del Estado nacional, inversión extranjera directa, inversión de cartera, y/o dólares de argentinos en el colchón que vuelven al sistema.

Con ese objetivo, Milei manifiesta pragmatismo político y económico. Como Keynes, cuando las circunstancias cambian, no tiene problema en cambiar de opinión.

La última muestra fue la reacción tras la media sanción en Diputados del Presupuesto 2026, y el rechazo en la misma sesión del capítulo que incluía la derogación de las leyes de Financiamiento Universitario y de Discapacidad. En lugar de hacer un “casus belli”, invocar el “principio de revelación” y despotricar contra la casta, guardó un prudente silencio y ordenó avanzar con la aprobación en el Senado. Para Washington y los mercados, el primer Presupuesto aprobado de la gestión Milei es una pieza clave.

El FMI y los bancos de inversión también venían reclamando una política cambiaria que permitiera la acumulación de reservas. El solo anuncio de que, a partir de enero, el BCRA actualizará el techo de la banda cambiaria con la inflación pasada y que habrá un programa de compra de dólares, alcanzó para que el riesgo país baje un nuevo escalón. No hubo giro drástico (levantamiento total del cepo y ampliación o eliminación de la banda, como presionaba el “mercado”), pero sí una señal clara: con la inflación arriba del 2% mensual, ya no se intentará forzar una baja utilizando el tipo de cambio como ancla, atrasando más el dólar.

Hasta ahora, era un Gobierno con objetivo único: la desinflación (“mi job description”, dijo Milei). Ahora, tal vez priorice la acumulación de reservas y el crecimiento (vía la monetización en pesos por los dólares que compra el Central), desacelerando la velocidad con que se busca el objetivo inicial.

Ahora somos todos mandriles”, chicaneó Emmanuel Álvarez Agis.

La pregunta obvia es si el “nuevo esquema” habilitará compras significativas de reservas, en especial si el dólar oficial se mantiene tan cerca del techo de la banda como hasta ahora, y los financieros se ubican por encima.

Todos los anuncios apuntan a superar el primer gran desafío de 2026: el 9 de enero, vencen unos U$S 4.200 millones de los bonos reestructurados por Guzmán.

En las últimas semanas, el Tesoro juntó U$S 910 millones con la emisión del Bonar 29 en el mercado local y adquirió otros U$S 1.000 millones. El escenario ideal sería que continuaran las compras del Tesoro y el monto restante se consiguiera con la emisión de un bono en el exterior bajo ley extranjera (que el Presupuesto autoriza), siempre que el riesgo país bajara un escalón adicional. Si no se lograra, entonces Milei avisó que estarían los dólares de un Repo con un grupo de bancos.

Para 2026, salvo un cisne negro, no hay secretos. Baja el riesgo país, los argentinos reducen fuertemente la compra de dólares para atesorar (de los U$S 20.000 millones de este año, a la mitad o menos) y el Central logra acumular reservas, o será necesaria una nueva “recalibración” del esquema cambiario en los próximos meses. Cambiarían una vez más las circunstancias.

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